Con cara de tonto y con el más absoluto de los cabreos terminamos los sevillistas el fin de semana y es que en tres minutos se tiró la posibilidad de romper la mala racha fuera de casa y el respaldo anímico que suponía ganar por fin a domicilio.
Y es que no entendemos todavía como entre el minuto 81 y el 84 el equipo desapareció del campo para dejarse meter dos goles que supuso tirar el trabajo que se había realizado en los primeros 80 minutos de partido, en el cual se había visto un cambio táctico que daba resultado jugando con tres centrales (Pareja, Cala y Navarro) dos carrileros muy ofensivos (Diogo y Alberto Moreno) dos centrocampistas defensivos (Carriço e Iborra) dos extremos con gran movilidad (Vitolo y Jairo) y un delantero centro “de los de antes” un Bacca que realizó un gran partido, aunque su exceso de confianza en ocasiones le llevara a tirar a portería cuando tenía compañeros bien colocados pero estos delanteros son egoístas y cuando están en racha hay que dejarlos jugar a su estilo.
Para facilitar las cosas antes de finalizar el minuto 1 Bacca aprovechó una dejada de Vitolo para conseguir el primer gol. A partir de aquí el juego del equipo, salvo algún momento, fue muy superior al del Valladolid que sólo tuvo un tiro de peligro en este periodo mientras el Sevilla demostraba un dominio del balón y del partido, tanto es así que tras un rebote Alberto Moreno marcaba su primer gol en el primer equipo sevillista, en el minuto 31 que debería haber sentenciado el partido ya que el Valladolid quedó tocado y se tuvieron varias ocasiones que no entraron.
Ante esto el técnico de Pucela puso a Manucho como referencia de ataque y al principio del segundo tiempo intentó acorralar al Sevilla que tras los primeros 10 minutos volvió a dominar el partido, cuando parecía que todo iba a terminar con una alegría, coincidiendo con los cambios de Emery al quitar a Jairo y a Bacca que se veían cansados por el esfuerzo realizado, entrando Perotti, que prácticamente no tocó la pelota, y Gameiro que desperdició la oportunidad de marcar el tercer gol y poco más hizo, llegó un fallo defensivo al marcar por detrás Navarro a Manucho que remató un centro desde el lado derecho de la defensa que Beto tampoco estuvo muy acertado para despejarlo.
1-2 en el minuto 81 con un error que se podría haber evitado desde el banquillo ya que se veía que Navarro no tenía la contundencia suficiente para luchar por alto con Manucho, seguro que Emery se está planteando si el cambio hubiera sido más lógico colocar a Cristóforo por Navarro y pegar a Iborra o Carriço con Manucho, pero lo peor es que tres minutos después se hace una falta tonta a unos metros del centro del área y nuevamente nos la clavan para el 2-2, ¿cuántas faltas así llevamos ya? Recordamos una falta de Osasuna y Celta la temporada pasada en situaciones similares, parece que colocar las barreras o adelantarse a estas jugadas no es el fuerte de los porteros del Sevilla.
En resumen, todo lo que se había hecho en 80 minutos con un buen trabajo táctico de preparación del partido, acierto ante el gol, buena presión en salida de la defensa rival, verticalidad y movilidad en ataque, profundidad en banda… todo se tiró ante un fallo de marcaje que se podía haber resuelto desde el banquillo, porque hacer un cambio defensivo con un 0-2 debe entender Emery que no es ninguna deshonra y parece que está marcado por las críticas de ser un entrenador defensivo, y al final el más absoluto de los cabreos nos lo llevamos todos.
Y es que no entendemos todavía como entre el minuto 81 y el 84 el equipo desapareció del campo para dejarse meter dos goles que supuso tirar el trabajo que se había realizado en los primeros 80 minutos de partido, en el cual se había visto un cambio táctico que daba resultado jugando con tres centrales (Pareja, Cala y Navarro) dos carrileros muy ofensivos (Diogo y Alberto Moreno) dos centrocampistas defensivos (Carriço e Iborra) dos extremos con gran movilidad (Vitolo y Jairo) y un delantero centro “de los de antes” un Bacca que realizó un gran partido, aunque su exceso de confianza en ocasiones le llevara a tirar a portería cuando tenía compañeros bien colocados pero estos delanteros son egoístas y cuando están en racha hay que dejarlos jugar a su estilo.
Para facilitar las cosas antes de finalizar el minuto 1 Bacca aprovechó una dejada de Vitolo para conseguir el primer gol. A partir de aquí el juego del equipo, salvo algún momento, fue muy superior al del Valladolid que sólo tuvo un tiro de peligro en este periodo mientras el Sevilla demostraba un dominio del balón y del partido, tanto es así que tras un rebote Alberto Moreno marcaba su primer gol en el primer equipo sevillista, en el minuto 31 que debería haber sentenciado el partido ya que el Valladolid quedó tocado y se tuvieron varias ocasiones que no entraron.
Ante esto el técnico de Pucela puso a Manucho como referencia de ataque y al principio del segundo tiempo intentó acorralar al Sevilla que tras los primeros 10 minutos volvió a dominar el partido, cuando parecía que todo iba a terminar con una alegría, coincidiendo con los cambios de Emery al quitar a Jairo y a Bacca que se veían cansados por el esfuerzo realizado, entrando Perotti, que prácticamente no tocó la pelota, y Gameiro que desperdició la oportunidad de marcar el tercer gol y poco más hizo, llegó un fallo defensivo al marcar por detrás Navarro a Manucho que remató un centro desde el lado derecho de la defensa que Beto tampoco estuvo muy acertado para despejarlo.
1-2 en el minuto 81 con un error que se podría haber evitado desde el banquillo ya que se veía que Navarro no tenía la contundencia suficiente para luchar por alto con Manucho, seguro que Emery se está planteando si el cambio hubiera sido más lógico colocar a Cristóforo por Navarro y pegar a Iborra o Carriço con Manucho, pero lo peor es que tres minutos después se hace una falta tonta a unos metros del centro del área y nuevamente nos la clavan para el 2-2, ¿cuántas faltas así llevamos ya? Recordamos una falta de Osasuna y Celta la temporada pasada en situaciones similares, parece que colocar las barreras o adelantarse a estas jugadas no es el fuerte de los porteros del Sevilla.
En resumen, todo lo que se había hecho en 80 minutos con un buen trabajo táctico de preparación del partido, acierto ante el gol, buena presión en salida de la defensa rival, verticalidad y movilidad en ataque, profundidad en banda… todo se tiró ante un fallo de marcaje que se podía haber resuelto desde el banquillo, porque hacer un cambio defensivo con un 0-2 debe entender Emery que no es ninguna deshonra y parece que está marcado por las críticas de ser un entrenador defensivo, y al final el más absoluto de los cabreos nos lo llevamos todos.
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