Ayer se nos cayó un árbol.

Por desgracia esta temporada muchas veces hemos tenido que volver tras una derrota de nuestro equipo, desde el Sánchez-Pizjuán hasta Palos de la Frontera, 100 km sólo pero que se pueden hacer muy largos, pero nunca nos han parecido tan largos como ayer.

Porque recordamos días en que las ilusiones europeas se nos venían abajo, días duros como las derrotas ante el Braga, el Cska o esa tanda de penaltis en octavos de Champions ante el Fenerbache pero esas derrotas de un sueño europeo siempre se suavizan con el tiempo con el recuerdo de grandes temporadas sin embargo este año hemos sufrido la vuelta ante el Hannover en un inicio de temporada que se vendió como ilusionante y que se dejó pasar como un “bueno el equipo irá a más en la liga al centrarse sólo en ella”.

Desde luego ha sido mentira y la prueba es una derrota bochornosa ante un equipo tramposo y que debería primero pagar sus deudas antes de seguir compitiendo en la primera división, pero que ayer le ganó a nuestro equipo por una cosa que no podemos perdonar que le echó más ganas y estuvo más metido en el partido desde el utillero hasta el último de los jugadores aunque fuera la primera vez que jugaba en el estadio del Sevilla F.C. y eso para nosotros es imperdonable y no dejamos de darle vueltas desde ayer.

No hemos visto, ni queremos, ninguna repetición de las jugadas del partido y no queremos hacer leña de un árbol que ayer cayó aunque se estaba intentando mantener con cortinas de humo desde el club, y con los cuentos de la lechera y la esperanza que siempre mantenemos los aficionados.

Por ello sólo queda esperar en que se haya tomado buena nota de quién merece vestir la camiseta del Sevilla F.C. la temporada próxima, y esperar en que se plateé de verdad la elaboración de una buena plantilla que no dependa de las arbitrariedades de un entrenador, llámese como se llame, error que tantos años ha costado a nuestro equipo el terminar en las medianías de la clasificación como va a ocurrir este año.

Además debe servir para que la dirección técnica y la presidencia se den cuenta de que a veces en casa hay mejores entrenadores que otros que vienen precedidos por mucho renombre y apoyo de la prensa, aunque para ello sea más cómodo ya que le sirve de escudo, si no que miren a ver lo que están haciendo Jiménez y Caparrós en Zaragoza y Mallorca.